—Es muy fuerte, ni siquiera vimos qué pasó y ya estábamos al instante en el suelo, — dijo Sompa, cubriéndose temerosa la cara.
Ildefonso soltó una risa irónica y dijo: —¿Para derrotar a un inútil como tú no se necesita ser tan fuerte?
Sompa inmediatamente dejó de hablar.
Luego Ildefonso miró a Venerando y dijo con frialdad: —¿Ya has reunido el dinero que me debes?
—No, no lo tengo aún, pero… — respondió Venerando, temblando.
Ildefonso soltó un resoplido y dijo: —Si no fuera porque me has traído bastante mercancía, ya te habría echado a los feroces perros.
—Señor, prometo que tendré el dinero muy pronto, — dijo Venerando con absoluto miedo.
Ildefonso refunfuño de nuevo y dijo: —Si no tienes el dinero en una semana, tu hija vendrá a trabajar al bar. Con su innegable belleza, seguro que pagará tu deuda rápidamente.
—Por favor, señor, ella no puede hacer ese trabajo, — suplicó Venerando.
Ildefonso sonrió con arrogancia y dijo: —¿Aquí decides tú?
Venerando tembló en ese momento, pero respon