Los presentes soltaron un grito de gran asombro.
En ese momento, un enorme y aterrador rostro ya había asomado desde La Puerta del Final, con una densa niebla gris que se agitaba ferozmente y emitía rugidos inhumanos.
Simón, con el brillante orbe en sus manos, se lanzó de lleno hacia la niebla.
—¡Vuelve de donde viniste! — gritó Simón con furia. Un estruendo ensordecedor resonó, y feroces relámpagos deslumbrantes iluminaron la niebla. A continuación, una onda expansiva explotó al instante, extendiéndose por todo Mil Islas.
El cielo sobre Mil Islas se llenó por completo de una niebla gris interminable y violentas corrientes de energía espiritual. Innumerables tornados surgieron en ese momento, sumiendo a Mil Islas en un verdadero escenario apocalíptico.
Todos miraban con gran nerviosismo la interminable niebla en el cielo, sin saber si el Rey del Final había devorado a Simón o si Simón había derrotado por fin al Rey del Final.
Todos estaban extremadamente ansiosos, conscientes de que el