Simón sonrió y estaba a punto de hablar cuando, de repente, escuchó aplausos detrás de él.
—¡Señor Simón, Zolan, felicitaciones! Ambos lo han logrado —dijo Ivanna desde atrás.
Simón y Zolan giraron asombrados al mismo tiempo para ver de dónde provenía la voz. Allí estaba Ivanna, con una expresión de resignación en su rostro, mirando a ambos.
—Ambos tienen extraordinarias habilidades que pueden mostrar, pero yo soy la única que no tengo nada. Ni siquiera entiendo el propósito de la Sagrada Iglesia de la Luz al enviarme a Isla del Alba. Me temo que esta vez seré yo quien los arrastre.
Simón, con una sonrisa tranquilizadora, respondió:
—No te preocupes por eso, Ivanna. Solo necesitas seguirme. Yo me encargaré de protegerte.
—¡Hmph! —Zolan gruñó con desprecio y dijo:— Ivanna, quédate tranquila detrás de este hombre de Andalucía Dorada. Yo me encargaré de que el golem de luz abra el camino. Esta vez, debo ser yo quien consiga el casco de la Luz. Sé que el Papa me mirará con otros ojos cuand