Capitulo 1911
—¿De veras?

—¡Ya te lo he dicho! Sólo Santos y Amaro tienen que ser eliminados. Una vez que los quitemos del camino, todo habrá terminado.

Iñigo, por instinto, se acercó a la máquina dispensadora de agua y llenó dos vasos con agua caliente. Le entregó atento uno a Simón y dijo: —Toma, bebe agua.

—Gracias.

Simón tomó el vaso, miró el contenido por un momento y luego levantó la vista, encontrándose así con la mirada de Iñigo. Al instante, Iñigo, con gran rapidez, volcó el contenido del vaso hacia Simón. Simón reaccionó con agilidad, esquivando el agua, y en un arriesgado movimiento, arrojó el vaso de agua hacia Iñigo.

El líquido en el vaso contenía algún tipo de compuesto químico. Al tocar el suelo, la sustancia comenzó a corroer de forma vertiginosa las baldosas del suelo. Iñigo, anticipando el ataque, abrió un paraguas que había preparado con anticipación, salvándose por poco, y en un rápido y ligero movimiento, comenzó a correr.

Simón observó la figura de Iñigo mientras huía, y dijo c
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