Erick estaba dominado por la pasión, el calor de ver a su esposa vestida de forma tan sexi, pero aunque ella se hubiera sacado el cabestrillo, él todavía recordaba su lesión.
Con sumo cuidado le saco el camisón y la guió hasta la cama.
– Has ganado pero las cosas sucederán a mi manera
– ¿Rudo?
– ¡Claro que no! Vas a quedarte quieta u dejarme hacer mi trabajo, a pesar de todo sigues lesionada
– Estoy bien
– Al menor indicio de incomodidad o dolor voy a detenerme y me ire a tomar una divertida ducha de agua fría, ¿entendido?
– ¿No sería más útil una muñeca inflable? – pregunto llena de sarcasmo
– Tú iniciaste esto, yo solo pretendía pasar una noche tranquila con mi esposa
– Seras muy bueno en los negocios pero el matrimonio se te da fatal porque e