Día dos. 9:00 AM.

Valeria estaba sentada en su oficina, bebiendo lentamente un café solo que sabía a ceniza, la noche había sido un maratón: Infiltración, exhumación del Análisis 2030, y el sucio pago a Marcus Thorne, las 1.8 gigabytes del plan de Aquilea ahora residían en un disco cifrado en la caja fuerte de su pared, y el parser de Thorne, corriendo en segundo plano, trabajaba para romper los hashes que ocultaban al Sr. J.

No había dormido, sus músculos gritaban por el descanso y la adrenalina se había convertido en un temblor fino bajo la piel, sin embargo, la Doctora Serrano era una obra de arte de la autocontención, el cabello recogido en un moño perfecto, el traje color carbón sin una sola arruga, el rostro impasible, su máscara era una coraza de hierro pulido contra el agotamiento y la culpa moral, el fragmento de mármol en su bolsillo era ahora un peso constante, recordándole que había vendido un poco de su alma para salvar a miles.

A las 9:05 AM, sonó el intercomunicador, er