2. Irreconocible

Capítulo 2

Temprano por la mañana comienza la pesadilla de Aimara.

Su padre la ha hecho levantar temprano para pasar por una tienda y compre su vestido de novia, inmediatamente después de firmar el acuerdo, se realizará las pequeñas ceremonias y comenzar una vida nueva al lado de George.

Laura busca el modo de ser la intermediaria entre ambos, pidiéndole a su hija que colabore y animándola, recordándole que solo será por un tiempo.

—Aimara, escoge un vestido ya, se está haciendo la hora y no podemos llegar tarde —le muestra dos vestido, esperando que se decida.

—No sé para qué tanto escoger si va a ser algo por contrato, no va a ser un matrimonio real —agarra un vestido cualquiera.

—Esta decisión no fue para nada fácil para tu padre, deberías de saberlo muy bien, lo hace por tu bien.

—Sí, claro —rueda los ojos entrando al probador.

Le gusta cómo le queda, por lo que sale del probador con el vestido puesto.

—Vamos a pagar, me lo llevo puesto.

Su madre cancela y se van a donde ya se encuentra su padre, que se ha adelantado para ir leyendo las cláusulas del contrato y evitar que le haya jugado sucio.

—Todo está en orden, en lo que llegue mi hija firmamos el acuerdo y procedemos a celebrar la boda.

Hace el acuerdo a un lado, viendo su reloj, ya deberían de estar por llegar.

Las puertas se abren y por ella entra su esposa y más atrás su hija con un vestido blanco sencillo, nada que ver con el estilo de ella, pero lo deja pasar. Con un gesto de su mano le pide que se acerque.

—Ya que han llegado, empecemos a firmar.

El primero en plasmar su firma es George, le pase el bolígrafo a Cris y por último Aimara, es cuando se da cuenta de la gravedad de la situación.

—¿Realmente fuiste capaz de darle a él el 40% de nuestras acciones? Esto es una locura, cuando mi abuela se entere, va a enloquecer —abre mucho los ojos.

—Firma Aimara, hay cláusulas que nos protegen, sobre todo a ese 40% que no será para siempre —le dice para tranquilizarla y acabar con todo antes de que se arrepienta.

Aimara voltea hacia su madre sintiéndose insegura, pensando en que si vale el esfuerzo, pero antes la señal afirmativa de su madre lo hace, esperando no arrepentirse luego.

—Ahora que el acuerdo prematrimonial está firmado, pasemos a la pequeña ceremonia, por favor George ubícate al lado de ella —pide el abogado que también se encargara del matrimonio civil.

—No quiero el típico discurso, ya me lo sé de memoria, pasemos a la firma y listo, si necesito saber cuáles son mis derechos como esposa, tengo la ley a mi alcance.

El abogado, un tanto indeciso, observa a ambos hombres frente a él esperando que ellos accedan a la petición de la chica o por el contrario le ordenen a continuar como ya se tenía previsto.

—Firmemos —coincide George con Aimara.

Chris y Laura sirven como testigos. George se aprovecha del momento e intenta besarla cuando le coloca el anillo de bodas, pero Aimara es lo suficientemente rápida como para esquivarlo.

—Ahora que todo está firmado me voy —solo logra dar dos pasos cuando la voz de su ahora esposo, la detiene.

—No tan rápido —la detiene George—, te has casado conmigo por una simple razón: protegerte, por lo que a partir de ahora tu vida está en mis manos. Ven conmigo, tenemos trabajo.

Siente que se está perdiendo de algo muy grande, para que su padre se desprenda de semejante suma de dinero.

—Deja de sobre pensar tanto las cosas, seremos amigos durante este año, mientras que tú te comportes como mi esposa y cumplas con tu parte, nos irá muy bien.

—¿Se puede saber a dónde me llevas y qué vamos a hacer? —pregunta ignorando su comentario.

—A tu nueva casa. Allí estará esperando un equipo completo para tu cambio de imagen, debes quedar irreconocible, de nada sirve que seas mi esposa si al salir a la calle todos pueden identificarte.

—¿Acaso me vas a hacer un trasplante de cara? —le pregunta preocupada.

—Si hago algo como eso, nunca recuperaría mi dinero, no hay necesidad de irse a los extremos —se ríe por la cara que pone ella.

Aimara se queda sorprendida, el lugar donde él la lleva es una hermosa casa campestre con un jardín delantero muy bien elaborado, Detrás se extiende el bosque por lo que queda sorprendida, pensaba que era más de vivir en una residencia al igual que sus abuelos, en una gran mansión rodeado de seguridad.

—Por tu reacción, puedo ver que me has estado juzgando muy mal, me alegra haberte dejado sorprendida. No deberías juzgar un libro por su portada.

George la ayuda a bajar del carro y la lleva dentro, aunque la casa por fuera se ve campestre, por dentro está llena de lujos, pisos relucientes, acabados hermosos llenos de arte, por lo que Aimara se queda anonadada hasta que ve una fila completa de hombres y mujeres.

—Ellos son los expertos que te ayudarán a cambiar tu imagen, a vestir diferente y hasta cambiar tu acento, recuerda que tu vida depende de que sigas los consejos de los profesionales —la instruye, esperando que no se ponga quisquillosa.

—Creo que has llevado todo esto al extremo.

—Para esto tu padre me ha dado el 40% de sus acciones —se encoge de hombro.

Se da media vuelta para irse a su despacho, dejando al equipo trabajar, espera que en unas horas al salir de su oficina, pueda contemplar el gran trabajo.

Aimara luce un efecto de color platinado y se lo han cambiado por un negro azabache. Al verse en el espejo, casi no logra reconocerse.

También le colocan unas lentillas de color, pasando de tener un color verde a unos marrones. Nunca le ha gustado usar lentillas, por lo que eso será un gran sacrificio.

El guardarropa que disponen para ella no es para nada norteamericano, por lo que le explican que George es de padres rusos, así que el estilo de vestimenta es de aquella cultura.

Al verse en el espejo, ve a una mujer completamente diferente ni ella misma es capaz de reconocerse.

Al bajar, encuentra a George sentado en la sala esperando por ella y al verla, queda completamente impresionado.

—Sin lugar a dudas, son unos expertos, hicieron más de lo que esperaba —no logra despegar la mirada de ella.

—Si tu objetivo era que ni siquiera mi propia familia pudiera reconocerme, lo has logrado, ni siquiera yo puedo reconocerme —se siente un poco intimidada por la forma intensa en que él la mira.

—Era exactamente lo que quería. Si tu familia que te vio nacer no son capaz de reconocerte, tu enemigo tampoco. Ahora toca la parte más difícil, cambiar tu acento.

—Creo que es más que suficiente con cambiar mi aspecto, querer cambiar mi acento ya es avaricia.

—No lo es, debemos cuidar los detalles, ya que por medio de ellos es que el enemigo te atrapa. Además, tu identidad es otra, ya no serás Aimara Walker a partir de ahora serás Roxana Damon.

Aimara lo ve como si un tercer ojo le hubiese salido en su frente, no puede creer el disparate que ha dicho, pero sobre todo el que haya logrado cambiar su identidad tan rápido, en tan solo unas horas.

En los días siguientes toma clase de ruso con un profesor de idiomas. Eso la ayudara a poder comunicarse con la familia de él y a cambiar su acento, que es el otro objetivo de George.

—Hemos sido invitados a un festival, tus padres estarán allí y podría ser un buen momento para que lo veas y pases un rato con ellos, lo único que debes ser prudente, mantén siempre una postura distante y recuerda que para todos, tu padre y yo, somos rivales.

—Al fin voy a salir de estas cuatro paredes —grita emocionada.

Aimara lo deja solo en la sala subiendo a su habitación para empezar a alistarse, tan solo faltan 4 horas, tiempo que para ella resulta ser muy poco para estar a la altura de la ocasión.

Escoge un vestido rojo en satín, ajustado arriba y acampanada la falda que llega por debajo de sus rodillas, sus hombros cubiertos terminando en una manga tres cuartos.

Una vez maquillada y peinada baja al encuentro con George, el cual queda anonadado al verla arreglada, sintiendo como su amigo reacciona y sospechando que a partir de ahora tendrá un serio problema para controlarse cuando la tenga cerca.

—Estás realmente hermosa, me has dejado impresionado —ofrece su mano para ayudarla a bajar los últimos escalones, dejando un suave beso en el dorso de su mano.

—Supongo que eso le dirás a todas o al menos esa es la impresión que das, no eres ningún santo —achina los ojos hacia él, aguantando la risa que provoca su expresión.

—No te imaginas cuánto me han dolido tus palabras —coloca la mano en su pocho fingiendo dolor—, es que no es mi culpa ser tan atractivo para el sexo opuesto, pero no te preocupes, mientras que seas mi esposa te respetaré.

—Eso lo dudo, pero si tú lo dices, no soy quien para decir lo contrario.

George sonríe pensando en que esto será mucho más divertido de lo que imaginaba.

Llegan al lugar del evento y Aimara lo primero que hace es buscar con la mirada a sus padres.

—Recuerda que eres Roxana Damon, mi esposa —le habla al oido.

—Al menos debiste escoger un nombre más bonito, no uno sacado de un burdel —protesta.

—Es un hermoso nombre, que lastima que no te guste. En aquella mesa están —se los señala con disimulo—, ve y salúdalos, en un momento voy en tu búsqueda, recuerda que somos enemigos, muéstrate cordial y no muestres afecto.

La instruye agarrándola por la cintura, cerciorándose de que escuche cada palabra que le dice.

En cuanto él la libera, Aimara camina apresurada hacia sus padres, colocándose de frente a ellos, los cuales la ven con el ceño fruncido sin reconocerla.

—Yo tampoco me reconocí al verme por primera vez en un espejo —sonríe al ver sus caras de desconcierto.

—¡¿Aimara?! —Laura se lleva la mano a la boca.

—Ahora, Roxana Damon.

Trata de mantener a raya sus emociones y sus padres así lo entienden, por lo que para facilitarle el trabajo a su hija se mantienen distantes.

—Este año pasará rápido y volverás a nuestro lado, ya lo verás —Chris solo quiere abrazarla, pero se contiene de hacerlo en aquel lugar.

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