El viaje desde la casa de Lara hasta el salón de la gala de caridad se hizo en silencio.
El ambiente era cortante como el filo de una navaja, y tan tenso como las cuerdas de un violín.
A Lara se le enfrió el estómago en cuando el vehículo se detuvo muy cerca de las escaleras de la entrada del lujoso edificio, y vio desfilar a grandes personalidades de la política nacional, el mundo de la farándula y, por supuesto, a grandes empresarios frente a ella, mientras el vehículo avanzaba para ubicar su puesto frente a la alfombra roja.
— No tenía idea de que esto sería así… — Dejó salir conteniendo el aire mientras Waylon abría la puerta.
— Lara, esto está lleno de gente de la prensa nacional e internacional.
— ¿Paparazis? — Ella preguntó con un ligero temblor en la voz.
— Sí, paparazis. Y