Capítulo 4.- ¿Tanto me extrañas?

—¿Sé puede saber qué está pasando aquí? —espeta llena de furia e indignación—. No me vayas a salir con que no es lo que estoy pensando.

—Es exactamente lo que iba a decir. —respondo con descaro—. Deja que te explique —ruego para que no se marche mientras hago a Vanessa a un lado.

—¿Has escuchado eso de que una imagen vale más que mil palabras? —señala en dirección a Vanessa, quien no muestra ni pizca de vergüenza—. No te molestes en dar explicaciones a lo obvio Rodrigo, es el colmo de tu desfachatez.

«Necesito hacerla entrar en razón y que me dé el beneficio de la duda»

Me levanto para caminar en dirección a Lucia, así se llama mi progenitora y amor de mi vida.

—Madre, deja que te explique. —ruego mientras la tomo de la mano para llevarla hasta el sofá—. No te vayas, ya voy a solucionar esto.

«Pongo cara de ternero degollado para que se apiade de mí» Espero que surta efecto y termine por aceptar»

Ella acepta a regañadientes mientras fulmina con la mirada a Vanessa, quien ya se encuentra cambiada, agradezco que no haya empezado con sus berrinches de niña mimada.

Me dirijo hacia ella y la tomo del brazo para sacarla de mi oficina y poder conversar en sana paz con mi madre. Siento como su cuerpo se tensa y espero a que comience con su reproche.

—Pero pastelito. —chilla por el fuerte agarre que ejerzo en su brazo—. ¿No me vas a dejar saludar a mi suegra? —abre los ojos como platos e intenta soltarse.

—Qué suegra ni que nada, termina de bajarte de esa nube y déjame en paz. —espeto con molestia sacándola de la oficina a empujones—, ni se te ocurra volver a dar un espectáculo porque no respondo de lo que pueda suceder.

Finalmente, me deshago de ese chicle y le pido a mi secretaria que nadie me interrumpa. Cierro La puerta y antes de girarme doy tres respiraciones profundas para hacerle frente a lo que se me viene encima.

—¿Cómo estás, madre? —me acerco para sentarme a su lado y beso su frente—. No te esperaba por aquí.

—¿Cómo pretendes que este después de presenciar semejante espectáculo bochornoso? —se cruza de brazos frunciendo su entrecejo—. Si hubiera sabido lo que estaba pasando no me habría molestado en entrar ¿Qué tipo de relación tienes con esa muchacha?

—Con ella no tengo nada serio, madre, ella lo sabe perfectamente. —explico manteniendo mi serenidad—. Ella es quien tiene una idea errónea de las cosas y cree que algún día nos vamos a casar.

—Pues si ella lo piensa es porque le has dado pie a eso. —se cruza de brazos—. Creo que te haz vuelto loco o mejor dicho los dos son tal para cual.

—Ya madre no vengas con tu sermón que bien grande estoy para saber lo que es bueno y lo que no lo es. —me levanto caminando de un lado a otro—. Mejor dime a qué debo el honor de tu visita.

—Como siempre te vas por la tangente, pero bueno… —se queda en silencio reparando en mi aspecto—. ¿Qué te sucedió en la cara?

Ya sabia que se había demorado en darse cuenta, para algunas cosas es observadora, pero para otras no. Me siento nuevamente a su lado para explicarle lo sucedido en la mañana y me recrimina el no haberle avisado.

Veo la hora en mi reloj y ya es hora de salir, después de una extenuante conversación con mi madre finalmente termino por decirme que hará una reunión familiar para conversar temas relacionados con la empresa. Al parecer mi abuelo tiene una serie de peticiones y debemos saber de qué se trata.

Al salir me encuentro con mi secretaria a punto de salir y tengo el presentimiento de que quiere decirme algo, pero no se atreve por estar mi madre presente.

—Madre , ¿Podrás adelantarte? —suplico con la mirada—. Necesito hablar con mi secretaria antes de retirarme.

—Esta bien cariño, pero no demores. —aprieta mi mejilla para luego dejar un beso en ella.

La veo caminar elegante y regia como solo ella lo sabe hacer. Una leve sonrisa se dibuja en mi rostro y giro para hablar con mi secretaria.

—A ver Francia, suéltalo porque de lo contrario te vas a ahogar. —apoyo mis manos en el escritorio esperando a que hable.

—Disculpe, señor, es que quería pedirle permiso para ausentarme en horas de la mañana. —dice apenada con un tono de nerviosismo—. Es que debo llevar a mi hijo a una consulta y quería…

No la dejo hablar porque la interrumpo diciendo que no se preocupe, que se tome la mañana y yo me encargo de lo que se presente, pero que en la tarde se ponga al día. Me despido de ella deseando que su hijo se recupere pronto.

Agradece varias veces y finalmente termino por darle la espalda después de despedirme.

Alcanzo a mi madre quien se encuentra esperando dentro del ascensor y bajamos hasta el estacionamiento para ir de regreso a casa. Se queda sorprendida porque no tengo mi auto, pues no le explique a detalle la magnitud del choque y que me había quedado sin auto. Lo más seguro es que no sirva para nada y tenga que comprar uno nuevo, ese gasto lo cubre el seguro y no tengo que preocuparme por ello.

Llegamos a donde se encuentra estacionado el auto en donde Tobías nos espera con la puerta abierta para nuestro ingreso. Lo saludo con un movimiento de cabeza y él corresponde de la misma manera.

En los años que tengo de conocerlo no es mucho lo que habla, hasta llegué a pensar que era mudo.

Emprendemos el viaje rumbo a casa y por todo el camino vamos en silencio. Agradezco que no siga con su interrogatorio, cosa que se me hace un tanto extraña, pero no voy a pronunciar palabra alguna para seguir como vamos.

Al cabo de unos quince minutos las gran reja de la entrada nos recibe y Tobías acciona el control remoto para que estas abran, poco a poco vamos ingresando hasta llegar frente a la entrada.

Soy el primero en bajar y abro la puerta para tenderle la mano a mi madre y ayudarla a bajar. Con su mano enredada en mi brazo caminamos hasta la puerta, la cual se encuentra abierta por uno de nuestros empleados.

Al entrar a casa todos se encuentran sentados en la sala de estar. La primera persona que veo es a mi primo Joel con sus aires de grandeza creyéndose el dueño y amo del mundo.

«Él no se imagina cuanto lo detesto» Lástima que no tengo alguna especie de poder para desaparecer lo de la fas de la tierra.

De repente siento que un cuerpo impacta contra el mío y sin necesidad de ver quien es, sé de quién se trata.

—¿Cómo está mi princesita? —abrazo a mi prima Katya girando con ella para molestarla, no le gusta que haga eso—. ¿Tanto me extrañas? No tenemos mucho tiempo sin vernos.

—No seas idiota Rodrigo. —sonríe con dulzura pellizcando mis mejillas—. Sabes que eres mi primo favorito.

—Soy el único que tienes tonta. —pongo los ojos en blanco y pellizco sus mejillas haciendo que chille—. Además soy totalmente irresistible.

Como cosa extraña a mi abuelo le molestan esas muestras de afecto y lo hace rompiendo el momento.

—Dejen de perder el tiempo en tonterías. —da un golpe con su bastón en el suelo—. Vayan al comedor que no me gusta comer frío.

Toda la familia hace caso al llamado del patriarca de la familia caminando al comedor y tomando cada quien sus respectivos asientos.

Florencia se encarga de servir la comida junto a su sobrina Julia, quien no deja de hacerle ojitos a mi primo y este ni se inmuta en mirarla por estar metido de cabeza en su celular. Creo que estos deben tener un guardado, no es la primera vez que la pillo viendo de esa manera a este idiota.

—Joel, ¿Será que puedes guardar ese maldito aparato? —reprende mi tío Antonio—. Respeta la hora de la comida, ya luego tendrás tiempo de usar ese aparato.

—No me avergüences, papá. —dice con molestia guardando el celular en el bolsillo de su saco—. Esto me lo puedes decir en privado, no hay necesidad de que lo hagas frente a todos, además el mensaje era importante y no podía dejarlo pasar.

—Creo que ya estás bien grande y no hay necesidad de llamarte la atención por esas cosas. —se recuesta en el respaldo de la silla mientras arregla la servilleta en su regazo—. Ya deberías empezar a demostrar que eres un verdadero hombre, serio y responsable.

No puedo evitar dibujar una amplia sonrisa en mi rostro por la satisfacción que siento en este momento. De repente siento que alguien da un fuerte golpe en mi pierna y es mi madre la causante de eso, todo para que me comporte.

«No entiendo por qué lo hace, si no he dicho nada, todo lo pensé absoluto silencio» O es que ella tiene el poder de leer la mente y no me había dado cuenta de eso. Creo que es cierto eso de que las mujeres desarrollan otros sentidos.

La cena transcurre con normalidad y me encuentro a la espera de lo que el abuelo tenga que comunicar. El tiempo pasa y lo único que hace es hablar sobre los planes que tiene para su jubilación, pero no termina de informar quién será su sucesor.

Esta situación me desespera cada día más con el pasar de los días, no entiendo que pueda estar pasando por su cabeza, pero no ha de ser algo bueno. Tiene la particularidad de sorprendernos con cosas inimaginables.

La cena llega a su fin y cada quien se retira a sus respectivas habitaciones. Todo el cuerpo me duele y el dolor de cabeza es insistente, estoy empezando a experimentar los efectos secundarios del accidente y para no esperar a que sea peor entro al baño para darme una ducha y poder relajar mi cuerpo. Cuando salga necesito tomarme algún analgésico y evitar un dolor más fuerte.

Mientras me baño recuerdo a la hermosa doctora y por inercia comienzo a masajear mi dureza pensando en ella. Pensarán que soy un maldito pervertido, pero es la primera vez que experimento esta sensación y las ganas de masturbarme pensando en una mujer, pero no es cualquier mujer, ella será la futura madre de mis hijos.

«Creo que el golpe en realidad me está afectando, yo pensando en tener hijos, esto es una jodida locura»

Luego de una maravillosa liberación, salgo del baño envuelto en una toalla, dejando al descubierto mi torso. Camino hasta el closet de donde saco un pantalón de pijama, el cual me coloco sin bóxer. Me gusta dormir ligero y relajado, así no siento que mis pelotas se asfixia y pueden respirar libremente.

Agarro la laptop y se me ocurre buscarla en las redes, quiero saber un poco más de ella a pesar de que Aidan me prohibió acercarme a ella. Sé que me conoce a la perfección y tal vez este pensando que solo la quiero por un rato y luego me desentiendo de todo.

Mi amigo no se encuentra errado si ese es su pensamiento, a mis 28 años no tengo intención de formalizar una relación con ninguna mujer y mucho menos atarme a alguien para perder mi libertad.

Las horas pasan y no encuentro nada, cuando estoy a punto de desistir finalmente encuentro algo que llama demasiado mi atención. La reconocí por la foto de perfil, comienzo a revisar sus fotos para cerciorarme de que en realidad sea ella y no hay ninguna duda, es mi hermosa doctora.

No utiliza su nombre sino un seudónimo que se hace un tanto gracioso, en su perfil aparece como Sisy Pink. Estoy empezando que a esta mujer le hace falta un tornillo, como se le ocurre colocar un nombre tan infantil.

Quiero enviarle la solicitud de amistad, pero lo más seguro es que no la vaya a aceptar y entonces recurro a buscar sus datos encontrando visible un número telefónico. Inmediatamente, tomo nota mental de número y lo agrego en mi celular.

«Solo espero que ese número sea el actual»

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