Un administrador no tan secreto

Capítulo 3 

Un admirador no tan secreto. 

True Jason.

 —Sue por favor no toques mi reproductor, no quiero escuchar tu música horrible—. Ella me ignora sacando la lengua, pone música que para ser honesta no suena mal, de ella esperaba algo ruidoso y horrible, pero the weeknd me gusta. Empieza a moverse al ritmo de save your tears. 

—¿Los pasos prohibidos?—. Le pregunto riéndome, ella se da la vuelta moviendo el trasero y al mismo tiempo acercándose hacia mí.

 —No, no aleja ese trasero de mí—. Se vuelve a dar la vuelta rodeándome con un baile loco de los que ella hace, mueve sus hombros chocando intencionalmente conmigo. 

—Vamos True, sacude ese trasero... Así— Ella se sigue moviendo hasta que me anima a mover un poco.

 —¡Eso, así vamos! ¡Sacude un poco esas caderas!—. De pronto nos encontramos bailando solas en la sala de mi casa, mientras chocamos nuestras caderas, ella hace pasos graciosos al igual que yo. De esos al estilo ochentero, moviendo la punta de los dedos hacia arriba y hacia abajo. También poniendo los puños cerrados al frente como si estuviéramos revolviendo algo, y no podía faltas el limpia parabrisas... 

Ambas nos reímos a carcajadas con nuestros ridículos pasos de baile, eso me hace recordar a cuando éramos niñas, este tipo de cosas eran las que hacíamos en nuestra habitación y para ser honesta siempre lo disfruté, mi hermana Sue es la mejor de todas y siempre ha sido mi más grande apoyo en todo el mundo. 

Cuando alguna de las dos estaba triste, la otra buscaba la manera de animarla y comúnmente terminaba en hacerla reír. Terminamos nuestro baile y nos lanzamos al sofá, ambas reímos sin parar jadeando por esos movimientos violentos. 

—¿Ves? Es mejor disfrutar la vida True, no te quedes encerrada en estas cuatro paredes y que la vida se te vaya—. Afirmo con una sonrisa, luego ambas nos recostamos en el suelo poniendo nuestros pies en el sofá, mientras tenemos largas conversaciones de cosas triviales de cuando éramos niñas. 

—Oye, True, ¿Recuerdas cuando hicimos un batido con el maquillaje de mamá?—. Pregunta con la cara graciosa, yo suelto una risita tapando mi boca para asentir respondiendo. 

— Sí, lo recuerdo y también recuerdo que mamá nos castigó por un mes, es gracioso porque ella nos encontró en la cocina usando la licuadora y mientras tú hacías pedazos su maquillaje, yo lo echaba en la licuadora—. Ambas nos carcajeamos al recordar ese momento. 

— Sí, y en ese momento no podíamos encubrir nuestro delito, como otras veces que hacíamos travesuras. 

—Eso me hace recordar también la vez que rompiste el vidrio de la ventana del vecino y corriste a toda velocidad para entrar a casa, yo te pregunté que pasaba y no querías decir la verdad, luego entró mamá preguntando quién había roto el vidrio del vecino y tú respondiste que estuviste todo el tiempo en la habitación conmigo, cuando mamá me preguntó yo le dije que sí. 

—Oye, si recuerdo eso, fue adrenalina pura—. Expresa riéndose, yo le doy un golpe en el brazo. 

—Adrenalina, era que cada vez que regresamos de la escuela tocábamos el timbre de la casa de los Johnson—. Ambas nos miramos y seguimos riendo. Luego de pasar un rato agradable con mi hermana, recordando viejos tiempos, ya es momento de irme a la cama, mañana tengo trabajo y debo descansar. Me meto a la cama para dormir, hasta que llega el día siguiente. 

Al levantarme hago lo mismo de todas las mañanas y me dirijo al baño para darme una ducha de 15 minutos, salgo del baño, me pongo mi uniforme y luego voy a la cocina para prepararme algo rápido de comer, mi hermana está dormida en mi habitación, ya que compartimos la cama. Camino hasta la habitación para avisarle que me iré al trabajo. 

—Sue, ya me voy—. Ella responde soñolienta. 

— Sí, si mamá 5 minutos más—. Yo no puedo evitar reírme y salgo de la habitación, camino a la puerta y bajo los escalones para ir al pequeño estacionamiento y subirme a mi moto. Conduzco al trabajo llegando a tiempo, para otro día ajetreado donde veré cosas diferentes.

 Me acerco a la recepción para poner mi nombre en la lista, ya que es obligatorio para marcar nuestra asistencia al turno de trabajo, veo a la enfermera de turno que ya conozco y la saludo. 

—Buenos días, Teresa, cómo amaneciste hoy—. Ella me sonríe respondiendo. 

—Buenos días, cariño, no tan bien como tú, estás radiante—. Yo sonrío, porque sé que ella siempre es así de amable.

 —Tan linda, tú también estás radiante esta mañana... Por cierto, ¿Has visto a Lois?—. Ella siente señalando el área de descanso, yo le agradezco con una sonrisa y camino para encontrarme con mi compañero. Entro al área de descanso, que también está unida con los vestidores. 

Avanzo para verlo de frente cambiándose de ropa, ya no me sorprende por el hecho de que nos conocemos de mucho tiempo, así que verlo en ropa interior me da igual. 

—¡Wow! Que cuerpo, señor, es usted un modelo—. Le digo en son de broma, él me mira sonriendo y empieza a hacer poses graciosas mientras yo lo ánimo haciendo con mis dedos la forma de una cámara para capturar sus vergonzosas poses. 

—Eso, así, te ves genial una más, ahora muestra todo lo que tienes... A ver esos labios, has una mueca de pato—. Él pone los labios en esa forma y yo no aguanto más y suelto una carcajada, ambos nos reímos de nuestras locuras. Me siento en una de las literas que hay en la habitación esperando que él se termine de vestir. 

Cuando está listo, salimos para empezar con nuestro trabajo, pero algo llama mi atención, en la recepción hay un bonito ramo de rosas muy grande, yo no puedo evitarlo y le doy unos golpecitos a Lois con mi codo para que vea el regalo que le han dado a Teresa, lo ánimo para que nos acerquemos y de esa manera molestarla un poco . 

—Oye, pero mira nada más... Que bonitas están tus flores Teresa, ¿Y quién es el afortunado?—. Ella levanta una ceja y con una risita traviesa responde. 

—Eso quisiera saber yo, las flores son para ti True—. Yo frunzo el ceño incrédulo, al principio pienso que es una broma. 

—¡Ay, no te hagas la difícil! Ya dinos quién te las dio—. Ella niega con su cabeza. 

—De verdad True, el repartidor se acaba de ir, dijo que tenía prisa, y yo firmé por ti. Pero las flores son tuyas—. Me quedo atónita, y al mismo tiempo siendo curiosidad... Empiezo a mirar las flores pensado quién pudo haberlas enviado, la verdad no tengo admiradores secretos que yo sepa. 

—Esto es algo loco, de verdad no esperaba—. Expreso mientras reviso que las flores tengan una nota o algo que identifique quién es el caballero que se tomó el atrevimiento de enviarme flores. Encuentro una nota en una tarjeta con lindos corazones que dice la siguiente frase. 

"Para la hermosa paramédica" 

Espero no le moleste que me haya tomado el atrevimiento de enviarle estás flores, pero quería buscar una manera de agradecerle su amabilidad y atención, también si no es mucho abuso de mi parte, quiero invitarla a un almuerzo, o cena lo que usted prefiera. Le dejo mi número de teléfono para saber su decisión, espero su respuesta. 

Atte. Ezio dubois. 

Me quedo sin palabras, al mirar el nombre, realmente no esperaba que ese hombre tuviera este detalle tan bonito. Ahora empiezo a pensar que Lois tiene razón.

 —¿De quién es? ¡Cuenta el chisme!—. Pregunta Lois, curioso yo le entrego la tarjeta y él se queda impactado, a la vez empieza a reírse y me da unos golpecitos alzando sus cejas como coqueteo. 

—Eso True, tienes un administrador y para ser honesto no me sorprende que sea él, ese hombre estaba encantado contigo. 

—Ay, no sé Lois, esto me ha dejado muy sorprendida. Él quiere invitarme a salir, pero yo hace mucho que no salgo con nadie—. Mi amigo gira sus ojos soltando un bufido y tomándome por los brazos para ponerme frente a él. 

—Escucha True Jason, no seas tonta, que importa que tengas años sin salir con alguien ¿Eso es un impedimento? Yo creo que no, ese hombre está interesado en ti, y no puedes dejar pasar la oportunidad, ¿Y si es ese el hombre que la vida tiene preparado para ti? ¿Cómo lo sabrás si no lo intentas? Quiero que dejes tus estupideces, tomes tu teléfono y llames ahora mismo a ese hombre—. Niego con mi cabeza. 

—No, no de verdad no quiero... Tengo miedo—. Él se ríe.

 —¿Miedo? ¿De qué? Ahora sí te volviste loca, ¿Qué puede hacerte el hombre que no sea darte una buena sacudida?—. Dice bromeando, yo me tapó el rostro con las manos ocultando mis mejillas sonrojadas. Solamente pensar en eso me arden las mejillas, y para ser honesta ese hombre es bastante atractivo.

 —No lo sé, déjame pensarlo por favor—. Arruga la cara haciendo un gesto de molestia, pero acepta mi decisión. 

—Bien, te daré hasta la noche, pero no más y debes decirle que sí, ¿Entendido?—. Yo asiento volteando para mirar las hermosas flores, siendo honesta, nadie me había regalado flores. 

Lo más cercano a eso, fue una vez que me dieron en la escuela una flor por equivocación, ya que era para otra niña. Que puedo decir, tengo mala suerte en el amor, pero esta situación me hace pensar mucho en qué puede ser mi racha de suerte... ¿Y si tal vez, este es el hombre indicado? No me quiero hacer ilusiones, pero supongo que pensaré bien las cosas antes de hacer esa llamada. 

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