Augusto:
Por un momento ella parece contrariada, luego libera un bufido, eleva su mentón en forma desafiante y retadora.
—¡Lo que haga con mi dinero no es de su invonvencia! - brama. - usted me contrató para trabajar, para que le cuide a su madre. ¡Mi vida privada a usted no le importa!
Oh,estás equivocada, nena. Tu vida privada me importa, y me importa mucho.
—No te lo permitiré. No permitiré que le des el sueldo que te pago al cabrón que te golpeaba después de emborracharse.- protestó.
Ella palidece, y veo que le tiemblan los labios.
—¡Usted no tiene ningún derecho a interferir en mi vida!- chilla.
—Mientras trabajes para mí, tendré todos los derechos que se me den la gana. No soy hombre de esperar a que me den lo que creo que es correcto, por eso tomaré medidas.
Me contemola ceñuda.
—Voy a enviar tu dinero a una cuenta de banco, a la que tendrás acceso solo cuando acabe tu contrato.
—¡Usted no puede hacer eso!- chilla, histérica.
—Claro que puedo, y es más...ya lo hice.