- ¡Ay, no me lo creo! Me derribaste y todavía encontraste el primer diente. ¡Esto no es justo! - me quejé, viéndolo sonreír, completamente asombrado.
- Ni siquiera estaba mirando. Ella que tomó mi dedo y se lo metió en la boca, para mostrar que le estaba saliendo la muela. De entre todos, ella me eligió a mí. ¡Esto es tan lindo! No puedo creer que dije esa palabra: "lindo".
- Lindo eres tú, derritiéndote por ella.
- No... no me estoy derritiendo por ella - respondió un poco avergonzado - ¿Pedí cucharas, por casualidad?
Lo miré, tratando de asegurarme de que eso era lo que había dicho. Entonces me eché a reír.
- Joder, acertaste todo, descalificado – Me senté de nuevo en el brazo del sillón y le toqué la nariz a María Lua, que sonrió – Hoy vendrá el hada de los