60.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Damián, desconcertado.
—Ya lo dije: soy la jefa de la Guardia Real, y no permitiré que toques al Rey —respondió con voz firme.
—¡Él no es tu Rey! —gritó Héctor—. ¡Es un manipulador que te secuestró y te trajo aquí para usarte como un arma! ¿Es que no puedes verlo?
—Te estás confundiendo —intervino Karim con calma—. Yo no fui quien la trajo aquí. De hecho, eso fue gracias a su familia.
—Karim, por favor… no digas más —le pidió Mariel con una mirada. Luego se dirigió a sus hermanos—. De cualquier forma, ya deberían irse.
—No hagas esto —suplicó Héctor, dando un paso adelante—. Serena… mírame.
—Ese no es mi nombre —respondió ella con frialdad—. Ustedes me lo quitaron, me quitaron la cara, la familia… todo, solo porque yo no era suficiente. Lo hicieron para proteger a la Reina y a Miel. Jamás pensaron realmente en mí.
Ahora váyanse. No lo repetiré.
Durante todo ese tiempo, Oliver se mantuvo en silencio. Sus sentimientos hacia su hermana eran genuinos, pero