17.
Sus ojos enrojecidos y las mejillas húmedas la delataban. No tenía una excusa creíble que dar.
—No fue nada importante…
—¿Alguien te lastimó? ¿Te hicieron daño? Dímelo, por favor.
Héctor se mostraba realmente preocupado. Incluso parecía molesto, como si se preparara para confrontar a quien la hubiera hecho sufrir.
—No… nadie me hizo nada.
—Entonces, ¿qué ocurrió?
Serena dudó. Subieron a la carroza, y una vez dentro, él volvió a insistir en saber qué pasaba. Aunque no quería contar la verdad, sabía que no podía seguir ocultándolo. Finalmente, habló:
—Ella… es mi hermana gemela.
Al escuchar esto, Héctor comprendió de inmediato que se refería a la princesa Miel.
—Sí, lo es. ¿Pasó algo con ella?
—No. Ya la había visto una vez, pero solo de lejos… Ella es muy bonita.
—Sí, lo es. Pero te aseguro que pronto podrás conocerla y hablar con ella. Estoy seguro de que se llevarán muy bien.
Héctor creía que la tristeza de Serena provenía del deseo de acercarse a su familia. Imaginaba que verla de le