11.
Rápidamente, envió a varias esclavas a preparar las habitaciones.
—No me quedaré. Solo vine por Oliver. ¿Dónde está? —respondió la Arpía sin molestarse en mirarlo.
—Está en su celda, tal como usted ordenó la última vez. No ha salido de ahí. Aunque… hemos recibido una oferta por sus servicios —informó Emilio con cautela.
—¿Una oferta? ¿De quién?
Para la mayoría, se habría tratado de una oportunidad lucrativa. Pero el dinero no era algo que la Arpía valorara. Poseía más riquezas de las que podría gastar en una vida, y rara vez se dejaba seducir por las ganancias.
—Un emisario del Reino de Vatra. Al parecer, su rey busca un esclavo con habilidades excepcionales en combate mágico. Y como usted bien sabe, el mejor es Oliver. Está dispuesto a pagar una suma considerable.
—No está a la venta. Si desea “contratarlo” para que preste servicio temporal, lo consideraré. Pero no será una venta —dijo la Arpía con su acostumbrada frialdad.
Ella sabía que Oliver era su activo más valioso. Poderoso, di