-Tienes mucha suerte, lo sabes- Tsunade miró a Ax con disgusto- Si esa herida hubiera estado una pulgada a la izquierda, hubieras muerto- Agitó la mano como si la idea de su comportamiento llenara la habitación y necesitara deshacerse de ella.
Ax miró distraídamente a su jefa desde el otro lado de su escritorio, con las manos perezosamente metidas en los bolsillos. Sus hombros encorvados mantenían una mirada distante y sin inmutarse que ocultaba las cosas pesadas en las que moró sin cesar.
"¿Cómo es eso suerte?" se burló interiormente.
-Estoy lista para tu informe- La menos paciente mujer levantó una ceja cuando sus largas uñas rojas golpearon el escritorio de madera. Ella luchó contra la necesidad de gritarle y atraerlo a sus sentidos, realmente no serviría de nada. Era la