Mientras Isabella caminaba por el siguiente pasillo con la esperanza de no haber llenado su carrito con más de lo que podía pagar, sus ojos se fijaron en el estante de vinos.
De repente, el vino le recordó a Charles. Prefería el whisky en un buen día, pero nunca rechazó un buen vino tampoco.
Cuando se detuvo y examinó la estantería, empezó a darse cuenta de que tal vez tendría que devolver algunas cosas. Su bebida favorita -bueno, si todavía lo era- acababa de llamar su atención y supo que tenía que conseguirla.
Mientras agarraba la botella y se dirigía a la sección de bebidas para devolver los paquetes de té, escuchó una voz detrás que decía: "Alberto Shade".
Isabella se quedó paralizada.
—Hola, Isabella —saludó la voz no tanto emocionada dentro de su fragilidad—.
Isabella se giró rápidamente, pero al ver a la persona, suspiró levemente antes de devolver el saludo. – Señora Oxford.
Isabella se preguntó entonces cómo la madre de Charles conocía a su padre, o mejor dicho, acerca de su