En ese instante, Vireo derramó lágrimas sin razón.
No sería demasiado exacto llamar a la mujer enfrente de él una anciana porque no se veía tan vieja. Era solo que su rostro tranquilo tenía un rastro de expresión sombría inocultable, lo que le daba a la anciana frente a ella una indescriptible sensación de belleza. Ella estaba usando un velo. También estaba vestida con una sencillez incomparable, y los dobladillos de su hábito estaban incluso un poco rasgados. Sin embargo, la sencillez aún no lograba tapar su belleza. Su belleza era pura e inmaculada. Su belleza tenía una sensación de dificultades drásticas y hacía que la gente sintiera un sinfín de desolación. Su rostro era pálido y delgado, pero en sus ojos se mostraba pura bondad.
Vireo lloró por mucho tiempo, sin ser capaz de hablar. La anciana frente a él también tenía lágrimas corriendo por su rostro, pero su rostro estaba muy tranquilo. "Señor…".
Ella lo llamó señor tan pronto abrió su boca. Vireo estaba aturdido.
"Seño