La voz de Sean era extremadamente miserable y triste. Toda una noche había pasado desde que le dio esa cuchilla a Rose ayer. Sean finalmente estaba a punto de liberar toda la emoción reprimida. Se inclinó sobre la mesa del comedor y lloró tanto que no pudo levantarse. Ella era su esposa, después de todo, así que ¿cómo podría él no tener ningún afecto por ella? Los dos tuvieron tres hijos juntos y vivieron juntos durante más de cuarenta años. En esos años habían pasado por las buenas y por las malas y se habían apoyado mutuamente. ¿Cómo podía simplemente dejarlo ir?
Sebastian consoló a Sean. “Papá, solo llora si quieres. Solo ve y echa un vistazo si quieres”.
Sean estaba cubierto de lágrimas. “Sebastian, yo… gracias, pero todavía necesito seguir adelante. Ya lo habías hecho lo correcto conmigo y también con ella. Ella y yo ya no tenemos una relación en esta vida. Sin embargo, ella fue mi esposa después de todo, así que quiero despedirla por última vez”.
Sebastian asintió. “Está bie