Por Franco
Se le fue el periodo a Ornella, pero hubo bastante trabajo y las pruebas de disfraces, la peluquería de las chicas, más la facultad, se complicó la semana, llegó el día de la fiesta y aún no habíamos concretado, yo estaba comiéndome los codos.
No quería irme con otra, no tendría sentido, apagaría la luz para imaginar a Ornella, su cuerpo, su olor, sus besos, y si ella se llegara a enterar, no tendría más oportunidades, ya lo sé.
Aproveché que ellas estaban tan ocupadas y salí a comprarle el regalo, me acompañó Mauro.
Mi primo se quedó mirándome cuando entré a una joyería, pero creo que perdió el color de su cara cuando pedí que me muestren las opciones de una sortija de compromiso.
-No, no, no, algo está muy mal.
Estaba asustado por mi decisión.
-Si fuera por mí, estaría en una isla desierta, solo con ella, el resto de mi vida.
-Yo sabía que estabas enamorado ¿Pero es para tanto?
-Se la voy a regalar el sábado.
-Estás loco.
-Sí, por ella y todavía no me pude acostar.
Le dig