3. Un terrible despertar.

Ojo por ojo y diente por diente.

Eran las palabras que decían todas las personas que tenían en cuenta cuando tenía un enemigo en el mundo, tal como la venganza es un plato que se sirve frio. Si a Emily le hubiesen dicho que un día después de la universidad se besaría con Tiago en una piscina los llamaría locos porque ni en sus peores pesadillas lo veía.

Pero aquí estaba con una resaca y una migraña que la mataba. Emily se removió en su cama llena de cojines y sabanas de satín. Y si les fuera sincera no recordaba absolutamente nada de lo de ayer más que el hecho de lo mal que la había pasado. Se pasó la mano por la cara y los mechones de cabello ondulado se desparramaron por sus hombros y las almohadas.

Las siestas, dormir y comer eran pasatiempos de vida que Emily disfrutaba y sobre todo beber alcohol cuando su vida se convertía en una m****a lo cual era más normal de lo que uno podía esperar. Emily no era la clásica millonaria donde esperaba en casa a conocer millonarios y salía de compras en la quinta avenida, pero no se equivoquen porque le fascinaba comprar ahí pero no esperaba a millonarios, aunque si llegaban tocando a su puerta o en su caso en piscinas.

Tiago para su mala suerte de la cual no recordaba nada, la había sacado de la alberca tan molesto por todo, y es que él famoso Stephan le había correspondido el beso con tal fervor que el aire se le escapaba, pero el cuento de hadas no duro mucho porque Emily se vomito en la alberca.

Se cubrió la cara con la sabana y se dio la vuelta para evitar la luz que entraba de la ventana de su habitación. Dorotea había cambiado las legumbres cortinas azul zafiro por un color crema con estampados en flores. De por si la casa de los Hamptons no era de su agrado, por el simple hecho de que su madre tenía un mal gusto en tapices y quería todo de flores y colores ciruelas. Pero la habitación de ella era tan diferente al resto de la casa.

Emily le encantaba la luz natural así que su cuarto era de un bonito color azul celeste con cuadros vintage en blanco y negro. Y qué decir de que le encantaba coleccionar muebles de madera.

La alarma de la mesita de noche timbro tan fuerte que Emily tiro el maldito relog hasta el otro lado de la habitación.

—¡Dorotea! —grito Emily, pero de inmediato se arrepintió porque se cubrió la cabeza con las manos—. Necesito una aspirina, Emily se está muriendo necesita una aspirina y agua.

Emily se sentó con mucho cuidado sobre la cama de su habitación y se estiro para luego quitarse la lagaña de los ojos. Se tallo los parpados y cuando se le quito el sueño se alcanzó ver en el espejo de pared de su habitación.

Ya no traía las flores en la cabeza, ni el vestido en cambio estaba su camisón de seda y el cabello lo tenía completamente enmarañado y con friz. Se veía horrible porque el rimer se le había corrido y aun tenia manchas de labial por la mejilla.

La puerta de su habitación se abrio y en ella entro alguien con una bandeja con el desayuno y un jugo de naranja y una aspirina.

—Qué bueno que llegaste Dorotea porque la cabeza no la soport...o —se quedó muda—Tú no eres Dorotea —acuso.

—No, en efecto yo no soy Dorotea —afirmo con calma Stephan mientras se paseaba por la habitación para dejar la bandeja sobre la cama y sentarse en el borde. —Yo no parezco una mujer de 30 años que le gusta ver novelas turcas mientras hace huevos revueltos con tocino.

—¿Qué haces en mi casa? —pregunto irritada.

—Buenos días para ti también Emily.

—No me vengas con ese cuento de “Buenos días Emily” responde, ¿Qué haces en mi casa?

Stephan cruzo las piernas y se acomodó mejor en la cama para agarrar un pedazo del croissant y untarle mermelada.

—¿No recuerdas nada? —le pregunto seriamente mientras le pasaba el jugo con la aspirina.

Emily lo miro con recelo y duda antes de tomar el jugo y la pastilla tendida.

—¿Qué se supone que debo de recordar? —Tomo la pastilla y se la paso con un poco de jugo hasta sentirlo pasar por la garganta—. No creo que pasara algo extraordinario. Y gracias, por cierto—señalo el vaso—. Por la aspirina.

—Tiago sonrió cabizbajo y le paso delicadamente la bandeja con comida.

—Come, necesitaras algo más en el estómago que un simple zumo de naranja para la noticia.

Emily miro la bandeja de madera en la cama, lo única cosa que los separaba y que ella se parase y lo agarrara a golpes de una buena vez. Agarro el plato con los huevos revueltos y se comió toda la fruta de temporada del cuenco con avena y yogurt.

—Me di cuenta que no comes bien Emily —interrumpió él mientas la miraba comer el desayuno —. ¿Cómo planeas ser una actriz de renombre si no tienes la energía?

Emily dejo de lado la cuchara en la boca y resonó en el cuenco cuando la dejo caer fuertemente en el cuenco.

—¿Qué quieres Tiago?,¿Arruinarme la vida?, ¿Los días o simplemente te gusta cargar el palo porque no tienes nada más que hacer que mirar las mierdas ajenas?

Tiago soltó una carcajada rica. Tan relajada y risueña que Emily se revolvió debajo de las sabanas.

—Crees que vivo para arruinarte la vida —se jactó—. Lo que menos quiero es pasar tiempo contigo.

Emily se puso más rígida ante su comentario y apretó más fuerte la sabana.

—Eres un narcisista, mal educado y ególatra, eso es lo que eres.

—Y extremadamente guapo no lo olvides —recordó—. No lo digo yo, fueron tus palabras de anoche antes de besarme.

Emily abrió los ojos como platos.

—¿Cómo dices que dijiste?

—Muy buena frase lástima que no es tuya, ya que es de un programa de Disney llamado “Hannah Montana”

—Me llamas infantil por ver “Hannah Montana” —exclamo irritada por los comentarios molestos de Stephan y que se creyese un hombre todo correcto y maduro.

—No te juzgo, solo digo que si te gusta está bien, no tengo problema yo amaba ver “Tom y Jerry” a mis diez años.

—Cuando eras un anciano de seguro.

Se abrazó a sí misma y el tirante del camisón cayó ligeramente sobre su hombro.

—No soy tan viejo, si no mal recuerdo solo te llevo 5 años y no estaría mal que lo recordases.

—¿Qué haces aquí Tiago? —volvió a preguntar Emily ya cansada de la charla sin sentido que estaban llevando.

Tiago descruzo la pierna y se puso de pie para acercase más cerca de ella que cuando Emily reacciono Stephan le subía con delicadeza el tirante caído de su hombro para acomodarlo en su lugar. Emily contuvo la respiración ligeramente y tal vez lo hubiese seguido haciendo porque la colonia de Stephan era tan embriagante que no pudo ni pensar.

—Quería simplemente verte después de ese beso, ¿Qué acaso no puedo ver a la chica apasionada de anoche? —cuestiono de manera descarada con un brillo en los ojos.

Los ojos de Stephan brillaban de una manera fantástica, sus pupilas estaban completamente dilatadas que Emily podía verse reflejada en ellos, el cabello negro le caía ligeramente por la cara que sintió cosquillas de tan solo tenerlo cerca.

—¿De qué diablos hablas? —se cruzó de brazos y lo miro severamente.

—Anoche, Tu mi querida Emily me besaste—se rio—. Y no solo eso, yo te volví mi prometida.

Emily abrió la boca con incredulidad y se volteó para mirarlo y que lo que estaba saliendo de su boca no eran más que puras idioteces, pero en la cara del imponente y deslumbrante Stephan Tiago solo había descaro y sorna.

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