—¡Benjamin! —le llamo a sus espaldas, pero sigue caminando—. ¡Benjamin!.
Cuando le grito, se detiene en seco y se vuelve hacia mí con la mirada perdida. Baja los ojos hacia su fuerte agarre en mi mano, soltándome rápidamente al darse cuenta. Pasa una mano por su cabello, frustrado, y luego me escanea de pies a cabeza.
—¿Qué hacías en su habitación? —me reclama, con un tono bajo y suave, pero firme y receloso—. Solo te dejé por un momento, Nevaeh, un maldito momento. ¿Qué hacías ahí?.
—Yo... —no sé por dónde empezar. Mi explicación puede sonar un poco fuera de lugar. ¿Le voy a decir que vi en un sueño que su padre mató a los míos y que por eso corrí como una loca a su habitación para reclamarle?.
—Dímelo —exige, y aparto la mirada.
—¿Vas a creerme?.
—Puedo dudar de mí, Nevaeh, pero nunca de ti.
Mi mirada lo encuentra de nuevo, una sonrisa de alivio adorna mis labios. Me acerco a él y lo abrazo, siendo recibida con el mismo afecto. Sujeto su mano, enlazando sus dedos con los míos para l