-¡Que te calles!- Gritó la mujer sosteniendo a la bebé de un brazo y agarrando a Leónidas con el otro con más fuerza de la necesaria- ¡Tú! ¡Arriba!- dijo nerviosa, mirando hacia todos lados sintiéndose perseguida.
Leónidas se mantuvo en el suelo, haciendo peso muerto y soportando todo lo posible.
“Si tan solo pudiera mantenernos aquí por un tiempo más…”
-O te levantas, o te dejo aquí en medio del bosque, niño- Lo amenazó.-¿Eso quieres? ¿Quieres que te coman los animales mientras me llevo a la niña?
El niño miró a la mujer y supo que estaba hablando en serio, ella se llevaría a su hermana y él jamás se lo perdonaría, porque le había prometido a su madre que cuidaría a Cielo a toda costa.
Sin más remedio, se levantó lentamente.
-Lo sabía- se burló con una sonrisa tétrica- Sabía que estabas fingiendo, maldito niño- La mujer tomó de los cabellos al joven, tirándolos con fuerza hacia arriba.
-¡Argh!- Gritó de dolor, haciendo que la bebé volviera a llorar con más fuerza. -¡Suéltame