Capítulo 60. El precio de la cobardía.
Desde entonces, Ethan y su abuelo juraron no separarse jamás. La mansión Walton, que alguna vez había sido un lugar solitario y silencioso, ahora estaba lleno de risas y alegría. Cada rincón de sus amplias habitaciones se llenaba de recuerdos felices, mientras los niños correteaban por los jardines y el aire se llenaba de sus gritos de felicidad. La familia con la que Dominique Walton siempre había soñado existía, y juntos compartían momentos que atesorarían para siempre.
Ethan cerró la puerta de la oficina con suavidad, asegurándose de que nadie pudiera oírlo. Se sentó frente a su abuelo, con el rostro pálido y tenso.
—Abuelo, hay algo que necesito contarte —dijo Ethan, temblando ligeramente. —Mi padre había ordenado mi secuestro.
Dominique frunció el ceño, pasando de la sorpresa a la incredulidad.
—¿Qué estás diciendo, Ethan? Eso no puede ser cierto. James no puede ser tan cruel.
—Lo es, abuelo. Lo oí de sus propios labios; eran sus aliados. Estaban planeando cobrar un rescate y no