Capítulo XXXI. En casa de las castradoras I: las primeras escuchas.
Valerie.
Me fui despertando poco a poco mientras era transportada en unos cómodo y agradables brazos, que me recordaron por unos segundos, a gemidos apasionados, el olor intenso y agradable de su cuerpo, un cuerpo duro fibroso, que daban ganas de hincar mis dientes en él, mientras mi cuerpo se estremecía por las caricias y los besos. Era tan maravilloso que no pude evitar gemir ante el recuerdo.
- “No creo que sea el mejor momento para gemir guerrera, tu suegra te está oyendo ahora mismo.”- la voz ronca y algo teñida de frustración del pervertido, me hizo abrir los ojos de repente, para mirar a mi alrededor.
Me encontraba en la sala amplia y muy lujosa de una gran mansión, y delante de mí, una bella mujer rubia de mediana edad de ojos verdes intensos, un hombre alto y muy atractivo para su edad, moreno de ojazos azules, un azul muy parecido en el que me había sumergido en mis sueños, y finalmente una joven, que hacía poco había cumplido los dieciocho o era incluso menor por su aparien