Capítulo 7

En la Ozono, Antón y Hanson se divertían. En el regazo del CEO se encontraba una hermosa mujer que recorría con sus manos los firmes músculos del hombre. Aquella noche, los hombres llegaron a altas horas de la madrugada. En la sala de Estar, siguieron bebiendo y riendo como dos locos.

Por la mañana, el pie de Alexa ya estaba mejor; eran ya las 11 a.m. y sentía mucha hambre. En aquel lugar, hasta las empleadas le trataban con indiferencia.

Llegó hasta la cocina cojeando y se preparó unos huevos revueltos. Gina le miró con desprecio y siguió haciendo sus labores.

—Buen día, Ginita querida, ¿me puedes preparar algo? —replicó Hanson, que se había quedado a dormir en la hacienda.

La empleada asintió. Hanson contempló a la mujer que estaba de espaldas a él. Con su boca y su rostro hacía expresiones de deseo al ver las curvas bien delineadas de Alexa.

—¿Y tú cómo te llamas? —preguntó a la vez que se paraba a un costado, quería ver si el rostro era tan hermoso como esas pompas. En dos segundo
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