—Ya me voy, ahora mismo.
Dalia no se atrevió a seguir con su diatriba, ni se atrevió a quedarse.
Se dio la vuelta y corrió hacia su coche, abrió la puerta y se subió.
Al poco rato, se alejó de Primavera en Flor.
La florería de Isabela tenía un nombre precioso, pero a la falsa Dalia le parecía un lugar horrible. Si se hubiera quedado más tiempo, era posible que le hubieran roto los dientes.
Una vez que Dalia se marchó, la señora Robinson también vio que no tenía sentido quedarse. Dijo a Isabela, —Isabela, también debo irme. Mañana recogeré el ramo de flor que pedí.
—De acuerdo. Adiós.
Respondió Isabela.
La señora Robinson miró a Callum antes de marcharse, acompañada por sus dos guardaespaldas.
Isabela salió y observó cómo el coche de la señora Robinson se alejaba.
Solo cuando desapareció de su vista se dio la vuelta y entró en la florería.
—¿Cómo has encontrado tiempo para venir?
Le preguntó Isabela a su esposo en voz suave, mientras le servía un vaso de agua.
—Zachary estará fuera por