Quiana giró la cabeza y el cuchillo pasó frente a ella, casi cortándole la cara.
Luego, el robo movió la muñeca y puntó hacia el cuello de Quiana con el cuchillo.
De repente, su mano fue atrapada con fuerza. El robo soltó un grito de dolor y el cuchillo cayó al suelo. Luego, fue pateado y golpeado fuertemente. Los golpes le dolieron muchísimo, pero no pudo liberarse porque su mano todavía fue agarrada.
Alejandro se dio la vuelta, se dirigió hacia el ladrón por la espalda y le dio una patada en la pierna. El ladrón sintió dolor y cayó de rodillas involuntariamente. Alejandro sujetó rápidamente las muñecas del ladrón detrás de su espalda.
Luego, Alejandro empujó al robo al suelo y frotó su rostro contra el suelo con fuerza, dejándolo sangrando. El robo gritó: —¡Llamen al 911! ¡Ayuda! ¡Llamen a la policía!
Alejandro se rio: —Sí, necesito llamar al 911.
Levantó la cabeza y le dijo a Quiana: —Quiana, por favor, llama a la policía.
Quiana quedó sorprendida por lo que hizo Alejandro y pensó q