Preguntó el señor Nuñez con preocupación, y al ver los pies descalzos de Isabela que estaba en un estado malparado, miró hacia su esposa y le dijo: —Cariño, acompaña tú primero a Isabela adentro.
Luego hizo un gesto hacia Callum, invitándole a entrar en la casa: —Señor York, pase y siéntese.
Callum quiso retirarse tras acompañar a Isabela a la casa, después de pensarlo, no rechazó la amabilidad de Tomás y entró en la villa de la familia Nuñez.
Unos minutos después.
Después de escuchar la narración de Callum, el señor Nuñez se puso furioso y maldijo con saña: —¡Qué cabrón sinvergüenza! Solo le he regañado unas palabras, incluso ha tomado represalias contra mi sobrina y ha intentado perjudicarla.
A continuación dio las gracias a Callum enseguida: —Señor York, muchas gracias. De no ser porque usted llegó a tiempo, Isabela habría sido maltratada por ese maldito guardaespaldas.
El señor Nuñez echó toda la culpa al guardaespaldas.
La señora Nuñez salió de la habitación de la niñera donde se