Ana tenía una mirada clara y firme. Aunque le tentaba mucho este acuerdo, no quería vender su cuerpo a este hombre.
La rara vez callado, Lucas frunció el ceño y se tomó un momento antes de entrecerrar los ojos, —No te preocupes, incluso si me lo pides, no quiero tocarte.
Ana sonrió y no se ofendió por su tono, —Muy bien.
Con cuidado, escribió las palabras que acababa de decir en el contrato y firmó al final. Luego, lo entregó a Lucas.
Él le echó un vistazo a su letra, sorprendido de que fuera tan diferente de la imagen superficial y materialista que había dejado en él.
La escritura de Ana era excelente, elegante y ligera, obviamente el resultado de mucha práctica.
Pero pronto borró esa extraña sensación y firmó junto a su nombre.
Después, sacó una tarjeta negra y la puso delante de Ana.
—Esta tarjeta es tuya, sin límite de cantidad.
Después de esta experiencia, Ana no dudó y aceptó la tarjeta con calma, —No se preocupe, con este dinero, cooperaré con usted según sus requisitos.
Lucas r