Si Ana no podía soportarlo más, probablemente abandonaría el Grupo Hernández. En ese caso, no tendría que ver esa cara molesta en el trabajo en el futuro y tendría más tiempo para pasar con Lucas. Al pensar en esto, Silvia ya no se preocupaba tanto por el desapego de Lucas.
No importaba dónde estuviera su corazón en ese momento, lo único que importaba era que él estaba físicamente a su lado.
Lucas se quedó en la habitación por un momento y, sin darse cuenta, comenzó a sentirse adormilado. Después de todo, no había dormido en toda la noche y tampoco había tenido tiempo para recuperar el sueño. Incluso él empezaba a sentir el agotamiento.
Finalmente, Lucas se inclinó en el borde de la cama, cerró los ojos y se entregó al sueño. Silvia observaba esta escena. Ese rostro perfecto dormido estaba tan cerca que no pudo evitar querer extender la mano para acariciar su mejilla y alisar las arrugas en su frente. Al tocarlo, Lucas se movió un poco, pero no despertó.
Como encantada, Silvia se a