Isabel había regresado del extranjero y al llegar al aeropuerto, no encontraba a nadie de Carolina, así que decidió llamarla.
Carolina, intentando mantener sus emociones bajo control, inmediatamente se dispuso a buscarla.
Al ver a Isabel, Carolina corrió hacia ella y se abrazó llorando, con los ojos enrojecidos.
—Señora, lo siento, pero tal vez ya no pueda quedarme para cuidarla.
Al verla de esa manera, Isabel se preocupó e inmediatamente la tomó de la mano para preguntar qué había pasado.
Carolina, secándose las lágrimas del rostro, le contó todo lo que había sucedido ese día a Isabel.
Al enterarse de que Lucas había resultado herido por Ana y que quería echar a Carolina por ella, la cara de Isabel se oscureció considerablemente.
Su hijo realmente se había vuelto loco, llegar a tales extremos por una mujer.
—Carolina, no te preocupes, no permitiré que vuelva a cometer errores. Ve a descansar y yo me encargaré del resto.
En los ojos de Isabel, brilló un destello oscuro.
Carolina asinti