Las mejillas de Amy aun siguen con ese tono rosa, desde que entramos no me ha dirigido la mirada, su la nana nos encontró besándonos, le causó vergüenza y aunque la señora se disculpó y desapareció ella no dejaba de temblar y respirar con dificultad. Tomamos asiento hasta que se tranquilizó. Nos avisaron que la cena ya estaba servida y entramos.
Ahora llevamos más media hora entra platicas y risas, pero en ninguna me ha siquiera mirado, me molesta.
—Cuéntame Amy ¿tienes pensado quedar al frente de la empresa de Teodoro cuando el ya no pueda?—Le digo lo primero que se me viene a la cabeza para llamar su atención. Mis palabras han tomado por sorpresa a todos, se quedan callados esperando a que Amy responda.
—Bueno, pues ese es el plan —Me dice tomándose su tiempo para responderme , pensando en cada palabra que dirán esos encantadores labios—pero uno nunca sabe, hoy puedo estar aquí mañana talvez no y tenga mi padre que buscar a otro sucesor. No tenemos la vida comprada ni aunque tenga