Hay quienes son el propio infierno, hay quienes se quedan tan clavados dentro de nosotros que es imposible borrarlos de nuestra alma, incluso cuando han pasado los años y no los hemos visto. Y Harrison lo sabe; lleva años enamorado de la misma chica. Tanto, que es capaz de hacer un contrato de matrimonio que la obliga a estar a su lado durante un año. Un contrato que será el desenlace de una pesadilla que los hará darse cuenta del porqué los huracanes también tienen nombre de personas.
Harrison y Claudia son tan imperfectos, son como pequeños alfileres que van dejando marcas hasta romper, son su propio castigo y lo disfrutan. Están hechos para destruirse con cada palabra que sale de su boca, y aún así, los dos caen en su propio juego; un juego que construirá un infierno tentador.Los dos son la destrucción convertida en belleza, los dos son su propia arma para destruirse y los dos serán su perdición…