116| En su lugar.

Cuando Analía despertó, esta vez sí encontró a Salem a su lado. El Alfa dormía profundamente. Era tarde ya en la mañana, pero habían vivido tanto la noche anterior que el hombre debería estar agotado, física y emocionalmente. Así que Analía lo dejó dormir.

La casa de Farid no era grande, pero era absurdamente ordenada, con cada pequeña cosa puesta en su perfecto lugar, tanto que incluso Analía tuvo miedo de tocar cualquier cosa y alterar el orden perfecto del equilibrio de lo que tenía la casa.

Caminó despacio por la sala y la cocina y encontró un poco de carne seca en la alacena. También había unas cuantas cebollas y unos tomates que ya comenzaban a echarse a perder.

Analía cerró un poco las ventanas para que la luz en el interior no fuera tanta, así cuando Salem despertara, el impacto visual que tendría no sería muy grande. Preparó la carne seca y encendió la estufa de leña. Preparó un té con unas hojas que había guardadas en un frasco sellado y se sentó en la mesa a beberlo despaci
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