El salón principal parecía aún más abarrotado cuando Anne y yo bajamos. La música del cuarteto de cuerdas había dado lugar a una playlist más animada, y varios invitados se movían por la pista de baile improvisada. Giuseppe estaba rodeado por un grupo de hombres mayores, gesticulando animadamente mientras contaba lo que parecía ser una historia divertidísima, a juzgar por las risas entusiastas.
El brillo de las arañas se reflejaba en las joyas carísimas de las mujeres, creando pequeñas constelaciones de luz que danzaban por las paredes conforme ellas se movían. Varios rostros se giraron discretamente en nuestra dirección cuando bajamos las escaleras: algunos curiosos, otros evaluativos. Ser la nueva Sra. Bellucci significaba estar constantemente bajo escrutinio, algo a lo que aún no me había acostumbrado completamente.
—Ahí está Marco —dijo Anne, saludando discretamente hacia un rincón del salón donde Marco conversaba con dos hombres de traje—. Voy a... verificar si necesita asistenci