El sonido de la ducha venía del baño mientras contemplaba el techo ornamentado de la habitación. Christian había comentado que tomaría una ducha larga antes de dormir. Algo sobre "necesitar pensar" después de nuestro paseo bajo las estrellas.

La conversación sobre hijos y futuro aún me molestaba. Su tono casual al hablar sobre no tener herederos, sobre cómo negocios y familia no se mezclaban bien... tantas certezas para alguien tan joven.

Tomé mi celular y, sin pensar mucho, marqué el número que conocía de memoria. Tres timbres después, la voz somnolienta de mi hermana vino del otro lado de la línea.

"¿Hola?", refunfuñó Annelise en un tono que sugería que acababa de despertar.

"¿Anne? Soy yo, Zoey."

"¿Zoey?", su voz inmediatamente se volvió más alerta. "¿Tienes idea de qué hora es aquí?"

Abrí los ojos, inmediatamente calculando la diferencia de huso horario.

"¡Ay, Dios mío, perdón! ¿Son... las cinco de la mañana ahí?"

"Cuatro cuarenta y dos, pero ¿quién está contando?", bostezó audibl