El silencio que siguió tenía una cualidad especial, como si estuviéramos suspendidos en ese momento bajo las estrellas, sin pasado ni futuro. Solo nosotros dos y esa vulnerabilidad compartida. De todas las cosas que Christian ya me había mostrado —la villa, los viñedos, las bodegas centenarias— este lugar, este momento, parecía el más íntimo.
"¿Vienes aquí con frecuencia?", pregunté finalmente, rompiendo el silencio.
"Siempre que puedo." Aún miraba al cielo, pero sentí que su mente había vagado a otro lugar. "Menos de lo que me gustaría. Los negocios consumen mucho tiempo."
"La vinícola."
"Sí." Un suspiro. "La presión nunca disminuye. Mi abuelo cree que estoy listo para asumir completamente, pero Lorenzo e Isabella tienen otras ideas. El consejo está dividido."
"¿Por el proyecto orgánico?", pregunté, recordando lo que Bianca había mencionado.
Christian volteó la cabeza rápidamente, su mirada súbitamente atenta.
"¿Cómo sabes eso?"
Había una punta de sospecha en su voz que no pasó desap