"Voy a matar a esa perra. Juro por Dios que la voy a matar", declaró Annelise tan pronto entró al cuarto, cerrando la puerta con fuerza detrás de sí. "¿Cómo tuvo la osadía?"
Estaba sentada en el borde de la cama, mirando desolada el vestido ahora arruinado. La mancha de vino tinto se había esparcido por el corpino y parte de la falda, transformando el blanco inmaculado en un desastre escarlata. Mis manos temblaban, y luchaba por respirar normalmente.
"Necesitamos enfocarnos, Anne", logré decir, tragando el nudo en la garganta. "No tenemos tiempo para venganza ahora."
Annelise dejó de caminar de un lado a otro y miró el vestido, después a mí, evaluando la situación.
"¿Qué posibilidades hay de conseguir otro vestido?"
"Ninguna." Negué con la cabeza, sintiendo el pánico crecer. "Ni siquiera Vivian lograría un milagro de esos a último momento."
Mi hermana se mordió el labio, el cerebro claramente funcionando a mil por hora. Mientras la observaba tratando de encontrar una solución, algo co