~ MARCO ~
Salgo de la sala de parto todavía en trance, mis piernas funcionando en piloto automático mientras atravieso el corredor del centro obstétrico. Me quité la mascarilla y el gorro, pero todavía estoy con el delantal quirúrgico verde. Mis manos todavía tiemblan levemente, la adrenalina del momento comenzando a dar lugar a una euforia casi insoportable.
Nació. Aurora nació.
Mi hija está aquí. Real. Viva. Perfecta. Tres kilos y doscientos gramos de pura perfección. Cincuenta centímetros del milagro más increíble que jamás presencié.
El alivio es tan intenso que necesito parar por un segundo, apoyando la mano en la pared fría del corredor, respirando hondo. Soy padre. Realmente, oficialmente, soy padre. La palabra resuena en mi mente, ganando peso y significado con cada repetición.
Vuelvo a caminar, una sonrisa idiota en el rostro que simplemente no logro contener. Necesito contar a todos. Necesito gritar al mundo entero que soy padre, que tengo una hija linda y perfecta y...
Paso