Caminábamos tomados de la mano por las calles de piedra de Bath, aún procesando la experiencia mágica que acabábamos de vivir en el Jane Austen Centre. El sol de invierno estaba empezando a ponerse, aunque aún no fueran ni las cuatro de la tarde, pintando el cielo en tonos dorados que se reflejaban en la arquitectura georgiana a nuestro alrededor, creando una atmósfera que parecía sacada directamente de una postal.
"Ya habría sido un día perfecto incluso si terminara aquí", dije, apretando la mano de Nate mientras pasábamos por una calle estrecha flanqueada por tienditas con decoraciones navideñas en los escaparates. "Conseguir entrar al Jane Austen Centre el 24 de diciembre, tener una experiencia completamente privada, vestir ropa de época... fue como realizar un sueño que ni sabía que tenía."
Nate sonrió de esa manera que siempre usaba cuando estaba