La mañana del 24 de diciembre amaneció fría y silenciosa en Bath. Cuando salimos de la casa de los Carter, el aire estaba tan frío que podía ver mi respiración formando pequeñas nubes de vapor, y las calles estaban prácticamente desiertas: solo algunos peatones apurados cargando regalos de última hora y el sonido ocasional de coches pasando por las piedras antiguas.
Nate sostuvo mi mano enguantada en la suya mientras caminábamos por el centro de la ciudad, y pude sentir su calor incluso a través de la tela. Había algo mágico sobre estar ahí con él, explorando las calles que conocía desde niño, viendo Bath a través de mis ojos por primera vez.
"Ahí está la Assembly Room", dijo, señalando un edificio imponente con columnas clásicas. "Donde ocurrían los bailes más importantes de la ciudad en el siglo XVIII."
"Parece sacado directamente de una película de época", comenté, admirando la arquitectura georgiana que dominaba prácticamente todas las construcciones a nuestro alrededor.
"Y ahí",