Entré al apartamento en silencio, aún procesando lo que acababa de pasar en el pasillo. La imagen de Nate alejándose quedó grabada en mi mente — los hombros tensos, los pasos controlados, la forma como me había mirado en esos últimos segundos antes de irse.
Fui directo a la cocina, tomé un florero de vidrio del armario y lo llené con agua. El ramo de rosas rojas estaba pesado en mis manos, y cada movimiento para arreglarlas en el florero parecía amplificar el torbellino de pensamientos que corrían por mi cabeza. ¿Por qué Nate había elegido exactamente esas flores? ¿Por qué habían parecido tan familiares cuando las vi? ¿Y por qué, diablos, su presencia en mi apartamento me había afectado tanto?
"Las rosas rojas definitivamente no son cosas de 'el equipo te extraña'", comentó Marco detrás de mí, su tono car