El domingo por la mañana en Londres estaba frío, pero con el cielo parcialmente abierto, creando ese contraste típico de la ciudad donde el sol se empeñaba en aparecer entre nubes pesadas. Zoey y yo decidimos salir temprano para una caminata tranquila, lejos del ambiente formal de la familia Bellucci y de las tensiones que había sentido en casa de Nate el día anterior.
"Necesito aire fresco" había dicho Zoey cuando despertamos. "Y tú necesitas mostrarme esa Londres que tanto amas."
Ahora estábamos caminando por las calles de Kensington, Zoey empujando el cochecito de Matteo mientras yo cargaba una bolsa con juguetes, pañales y snacks por si despertaba con hambre. Era un momento íntimo, algo que no habíamos tenido en meses - solo nosotras dos, sin prisa, sin agenda, sin interrupciones.
"Está creciendo tan rápido" comenté, mirando a Matteo que dormía pac