Aún estaba ajustando la cremallera del vestido cuando escuché a Christian refunfuñar desde la cama, su voz cargada de frustración y algo que reconocí como celos mal disimulados.
"Es patético", dijo, y pude sentir el peso de su mirada en mi espalda. "Ver a mi esposa arreglándose para una cita con el ex prometido mientras yo apenas puedo salir de la cama."
Puse los ojos en blanco, verificando el escote en el espejo por tercera vez. El vestido era elegante —un azul marino que realzaba mis ojos— pero no demasiado provocativo. Al menos eso esperaba.
"No es una cita, Christian", respondí, tratando de mantener la voz firme mientras aplicaba un poco más de rímel. "Sabes muy bien que necesitamos esa información."
"Alex piensa que es una cita", replicó, y pude escuchar el rechinar de dientes incluso de espaldas a él. "La forma como habló por teléfono... como si fueran a retomar algo."
No había forma de negar eso. Alex había sido bastante claro cuando llamé, su voz cargada de esa familiaridad ín