Lucía temía que él hiciera algún otro movimiento, así que respondió con rapidez:
— Está bien.
Mateo parecía satisfecho con su respuesta.
— Has tenido problemas digestivos últimamente, ¿cómo es que pareces haber engordado?
Lucía se quedó paralizada.
No era la primera vez que Mateo mencionaba esto.
Con agilidad cambió de tema:
— Quizás es porque no he descansado bien y mi cara se ve un poco hinchada. También el desequilibrio hormonal puede causar cierto aumento de peso...
Mateo se quedó pensativo.
— ¿Contrataste a Regina y aun así la presión del trabajo es tan grande?
— Tal vez soy demasiado perfeccionista —respondió Lucía, sin atreverse a mirarlo directo.
Mateo mostró cierto desagrado.
— Por la forma cómo lo dices, parece que no quieres ocuparte de estos asuntos conmigo y estás buscando excusas.
— No es así —se apresuró a decir Lucía, aunque intentando no mostrarse demasiado ansiosa.
Claramente no quería que Mateo centrara su atención en ella, pero la conversación había vuelto de manera