El director Benítez tenía una única y querida hija a quien consentía inmensamente. Si bien la reprendía con suavidad frente a los invitados, en la intimidad del hogar la protegía en su jaula de oro.
Él era selectivo al llevarla a eventos sociales, permitiéndole asistir solo cuando ella manifestaba genuino interés. Sin embargo, nunca se había atrevido a presentarle a Mateo, temiendo que su hija no pudiera lidiar con alguien de temperamento tan indómito.
Tiempo atrás, había contemplado la idea de presentarle a Nicolás, convencido de que su afable personalidad garantizaría la felicidad de su hija en el matrimonio. Pero las circunstancias habían cambiado, pues era innegable para todos que el corazón de Nicolás se inclinaba hacia Lucía.
Al notar el interés de Milena por Mateo, decidió respetar sus deseos y dar espacio a que algo pudiera florecer entre ellos.
A la reunión también acudieron otros amigos cercanos del director Benítez, en su mayoría caballeros de edad avanzada que habían visto