Sebasthian acariciaba la espalda de Brenda masajeando suavemente con la crema que Brenda llevó, estaba avanzada la madrugada, él se volvía un volcán en erupción con ella y ella solo alimentaba su fuerza.
— ¿Qué pensaste cuando te pedí que no hablaras? —preguntó Sebasthian.
—Obviamente, supe que no estabas solo.
—Pero quisiste salir corriendo, Brenda mi papá no vería mal que tú y yo estemos juntos.
—Te imaginas que Berni me hubiera visto —Brenda empezó a reír.
—Se hubiera comportado como un caballero y logrado que el momento no fuera tan incómodo, la verdad aprendí hace mucho que con mi papá hay que tocar puertas y anunciarse, he visto algunas escenas incomodas, aunque no me hubiera gustado que mi papá te viera tan provocativa.
—No es raro que no quieras que me vean, los hombres son bestias celosas y primitivas.
—Después de todo se trataba