ARYA
Dominic comienza a quitarme la ropa, me deja desnuda y él hace lo mismo con sus prendas, su polla enorme y erecta hace que el aire se me atore en la garganta, siento el que todo me da vueltas, Dominic comienza a besarme el cuello, succiona mi piel como si quisiera dejarme marcas, ese es su propósito. Llega hasta mis pechos y abriendo mis piernas para colocarse en medio de estas, lame mis pezones endurecidos, luego comienza a succionar con fuerza descomunal.
—¡Ay! —arqueo la espalda—. Dominic, me duele…
No me hace caso alguno, pasa su atención al otro y hace lo mismo, no deja de succionar mis pezones y de morderlos, luego hace un recorrido por mi estómago hasta llegar a mi vientre, sus manos envuelven mis pechos, gimo, me remuevo inquieta, hasta que siento que estoy perdiendo la razón.
—Mía —gruñe.
—Mío —repito.
Acto seguido, abre mis piernas y comienza a ver mi coño rosado.
—Estás tan mojada y apretada —me da un lengüetazo—. ¿Me darás hijos aunque estés joven?
La idea me ex