“Si puedes ayudar a una mujer en peligro ¡No dudes y hazlo!”
Al despertar, me encuentro en una cama de hospital, comienzo a mirar a mí alrededor y veo sentado a mi hermano en una silla junto a la cama, completamente dormido, trato de moverme pero me duele todo el cuerpo. Suelto un quejido lastimero que termina despertando a Fermín.
Yo me quedo pensando ¿Drogas? Bueno existieron muchas veces en que lo veía juntarse con gente extraña o hablar constantemente por teléfono. No debería extrañarme tanto la situación. Al menos me dejará tranquila.
A los minutos aparece un señor de cabello cano, me sonríe y me pregunta cómo estoy, yo solo atino a contestar que me duele todo el cuerpo.
El doctor me explica el porqué, aunque dice que tengo una posibilidad de cien si me hago un tratamiento, mi cara cambia a una de horror, en realidad, no siento tanto dolor por haber perdido un bebé, pienso que es lo mejor, no quisiera traer al mundo a un bebé a vivir a un mundo infeliz y con un papá en la cárcel porque casi mata a su mamá, pero lo que si me da demasiada tristeza, es que, ya no podré tener hijos. Ahora deberé hacer muchos cambios en mi vida. Tengo una segunda oportunidad.
Al final los exámenes salieron bien, solo debo tomar medicamentos, venir a fisioterapia y estar en total reposo el resto del tiempo. Mi hermano junto a mis amigas me llevan de vuelta a mi apartamento.
Los días posteriores me aburro como ostra estando postrada en cama. Apenas puedo moverme para ir al baño y es todo un suplicio cuando debo bañarme. Dormir bien ha quedado atrás, casi todas las noches me despierto sudorosa y gritando por ayuda. Las pesadillas no cesan y he decidido que una vez pueda moverme con un poco más de normalidad, me someteré a tratamiento psicológico con urgencia, o si no me terminaré por volver loca. Sólo unas cuantas semanas más y ya podré salir. Lo bueno, es que muchas personas me hablan para saber cómo estoy y darme ánimo. Me alegra saber que le importo a mucha gente. Fermín se ha tenido que ir hace tres días porque su trabajo así lo requería, pero me mensajea cada vez que puede. Aún sigue insistiendo con el tema de que me vaya a Chile, y cada vez me convence más y más. Puede que sea una gran idea. Creo que puede ser “la oportunidad” de comenzar todo desde cero, pero aun debo terminar mi carrera profesional.
Han pasado los meses y aún no le doy una respuesta a mi hermano de si me voy a Chile o no. No estoy muy segura y el tiempo se me ha acabado. Hoy por fin nos graduamos con las chicas, estamos felices, aunque aún están un poco molestas conmigo porque no quise
colocar una denuncia formal en contra de Lucas, y debido a esto haya salido hace un mes de la cárcel, no obstante, no me ha buscado ni nada parecido, por lo que, por el momento estoy tranquila.
Vamos pasando uno a uno para recibir nuestro diploma. Estamos ansiosas con mis amigas, por fin luego de muchos esfuerzos tendremos nuestra recompensa.
Al terminar todo, vamos a celebrar a un bar, nos quedamos ahí hasta altas horas de la madrugada, y luego nos vamos en un taxi a mi apartamento.
A la mañana siguiente nos despierta el timbre y un dolor de cabeza insoportable. Me levanto a abrir la puerta y me llevo la sorpresa de ver un gran ramo de rosas blancas y la persona que las sostiene es la que menos quería ver en mi vida.
Cierro la puerta de un portazo y me tiro al suelo a llorar. Mis amigas salen de la habitación a darme contención.
Desayunamos, hablando sobre qué hacer para terminar todo este tema de raíz y llegamos a la conclusión; de que irme a Chile a vivir con mi hermano es la mejor solución. Me ayudan a preparar mis maletas y luego nos arreglamos para ir donde mi jodido ex novio.
Nos subimos a mi coche rumbo a la dirección que nos ha dado el gilipollas de mi ex. Debo solucionar esto rápido.
Al llegar nos damos cuenta de que es un acuario, nos bajamos del coche y entramos. Vamos caminando por los pasillos con peces a los alrededores, vemos a una chica entregando volantes con una cara que da pena, siento que no quiere estar ahí, pero luego vemos que un hombre se acerca a ella y la tira del brazo y se la lleva. Nosotras nos damos una mirada, no obstante, seguimos nuestro camino y preguntamos a un guardia por Lucas, nos da indicaciones y nos dirigimos hasta donde nos ha dicho, casi al llegar sentimos los quejidos de una mujer seguidos de los gritos de unos hombres.